Tradicionalmente se ha
hablado de la búsqueda de la felicidad. Realmente todos/as los que la buscan,
se dan cuenta de que no se encuentra.
La
felicidad se construye.
Depende de nosotros mismos.
Cada persona debe aprender a construir
su propia felicidad, aprendiendo a pensar, a interpretar situaciones,
emociones, a disfrutar de las pequeñas cosas, a entusiasmarse, a crear.
Me
pregunto por qué no nos enseñan desde pequeños que ser feliz sólo depende de
uno mismo...
Dicen
que la felicidad es experimentar emociones positivas en un gran porcentaje de
tiempo, respecto a la cantidad de tiempo que experimentamos emociones negativas (Diener, Sandvik y Pavot, 1991). Es
decir, un balance positivo de las emociones positivas frente a las negativas.
No es tan importante la intensidad de la emoción como la frecuencia. Visto así,
hay más personas felices de las que se creen. Pero buscamos algo que no existe,
porque no sabemos lo que es.
Ser más felices no sólo nos
hace sentir mejor, sino que nos da más energía, nos hace estar más sociables y
creativos, más generosos y proactivos, y, algo muy importante, hace sentir
mejor a las personas que nos rodean. (Barbara
Fredrickson, 2004).
Una investigación
desarrollada por Sonja Lyubomirsky,
revela que lo que diferencia a las
personas felices, son unos patrones de pensamiento y comportamientos más
positivos que les hace sentir felicidad. Las personas felices tienes mejor
autoestima, mayor confianza en sí mismas, una actitud más positiva y un mayor
optimismo.
Quiza
lo más revelador de la investigación, es que concluye que hay un 40% de felicidad que podemos aumentar aprendiendo a pensar.
Es decir, un 40% de felicidad que depende de nuestro esfuerzo por querer ser
felices y usar herramientas para ello. (Sonja
Lyubomirsky, 2008).
Un
ejercicio fantástico que podemos empezar por hacer nosotros mismos es que cada
noche, antes de dormir, escribamos en un cuaderno 3 cosas positivas que hayan
ocurrido en ese día.
Focalizar en lo
positivo, esforzarnos por ver la parte buena de cada circunstancia, y disfrutar
de las pequeñas cosas, son, probablemente, los secretos de la felicidad.
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