El pasado viernes, gracias a Roberto Luna y sus jornadas TMT (Talento y Management Tendencias), pudimos disfrutar de fantásticas reflexiones sobre el management actual. De todas ellas, las que más me hacen pensar siempre, son las reflexiones sobre dar ejemplo; en la empresa, y en la vida.
Para liderar personas, hay que comenzar por liderarnos a nosotros mismos.
Comunicamos desde el ejemplo, no desde lo que decimos. Qué mejor ejemplo que ser un líder coherente, transmitiendo valores desde nuestro propio comportamiento, en absoluta coherencia con nuestras palabras.
Ahora más que nunca, necesitamos lideres optimistas, que ilusionen, con capacidad de inspirar a las personas, de creer en ellos incluso más que ellos mismos. Lo que se siente, se transmite.
No deberíamos poner a liderar a nadie que no tenga una categoría humana excepcional, recogía Luis Galindo. A veces no somos conscientes de la gran influencia que podemos tener en otras personas; en positivo, y en negativo.
En la era del talento, tenemos que aprender a valorar la formación técnica, pero también a priorizar las habilidades emocionales y sociales: asignatura pendiente del management español. Somos personas tratando con personas. Sin duda, el módulo de habilidades directivas y de inteligencia emocional en la dirección de personas, deberían ocupar gran parte de la formación MBA y de alta dirección, porque es más fácil aprender a interpretar un balance que aprender a interpretar el comportamiento de una persona.
Tenemos que aprender a focalizar en nuestras posibilidades y no en nuestras limitaciones; como personas, y como empresas, preocupándonos de lo que podemos hacer, no de lo que no podemos hacer -recogía Marcos Urarte-, y aprender a cambiar en la salud, y no en la enfermedad, es decir, cuando va bien, y no cuando va mal, que, probablemente, ya no hay nada que hacer.
Y es que el management es nuestra tarea pendiente. Nos debemos un cambio de paradigma en la dirección de las organizaciones, priorizando el bienestar emocional y el desarrollo de las personas que hacen posible la empresa. Para ello es necesario comenzar por uno mismo, analizando nuestra influencia, positiva y negativa, en los demás; nuestra coherencia, qué comunicamos con nuestro ejemplo, y qué podríamos hacer, que no estamos haciendo.
Como decía Einstein, "Dar ejemplo no es la principal manera de influir en los demás; es la única manera"
Gracias a Roberto Luna, Marcos Urarte, Luis Galindo y Simon Dolan por sus aportaciones.
Me ha encantado, Laura. Felicidades por un texto tan reflexivo y estimulante. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Joan, eres de las personas mas fieles a mi blog :) Un abrazo
EliminarMuy bueno y muy cierto Laura
EliminarDesde niños hay que dar el ejemplo. Inclusive cuando ya somos grandes dar el ejemplo de buenos valores a nuestros compañeros de trabajo.
ResponderEliminarSaludos
David
Muy bueno el artículo, estoy completamente de acuerdo, precisamente la última entrada de mo blog se titula " El poder del ejemplo"
ResponderEliminarhttp://pintandopalabras002.blogspot.com.es/2013/03/el-poder-del-ejemplo.html?m=1
ResponderEliminarMe parece muy cierto y objetivo todo lo que se mencionó en este artículo, es muy llamativo e interesante ver todo lo que el ejemplo puede hacer en la vida de las personas, desde pequeños estamos siguiendo el ejemplo de los demás, de lo que vemos, de lo que escuchamos, de lo que nos gusta; el entorno influye en nuestro desarrollo y que mejor que tener un buen ejemplo para formarnos adecuadamente.
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